jueves, 15 de diciembre de 2011

De Catafalco y Oro

De catafalco y oro se ha vestido La Monumental de Barcelona en su última temporada taurina. Una combinación a un tiempo luctuosa y brillante para envolver el temido adiós a los toros en Cataluña que, salvo indulto previo al tercer aviso -ya han sonado dos-, tendrá por fecha el 25 de septiembre de 2011. 
Por un lado, catafalco. Negro de duelo. La Feria de la Merced que puso el cierre fue el postrer reflejo de toda una temporada impregnada de cariz funerario. Lágrimas en el ruedo y en el tendido por la muerte de la libertad. El entierro de la Fiesta en Cataluña es el entierro de Cataluña en sí misma. Es el entierro a ese principio que con tanto orgullo ha defendido su gente: que Cataluña, un día, fue el adalid de la libertad humana.
Por otro lado, oro. El oro del esplendor que ha irradiado Barcelona este año. Su ahora cerrada plaza ha sido juez y parte de algunos de los mejores momentos taurinos del 2011, como lo ha sido en cada una de sus campañas. El oro al que acostumbra(ba) la ciudad condal: el oro de 'Idílico', el oro de los toreros a hombros por las calles. El oro de un espectáculo tan grandioso que los que lo han prohibido no son capaces de ver, como quizá no sepan sus bocas apreciar la miel, también de oro. Y el oro que todos los catalanes tendrán que pagar de sus bolsillos para indemnizar al sector taurino por cese de negocio.
Dos colores señeros del toreo como señera (o senyera) ha sido Cataluña. Pero en el cierre permítanme que rompa tan elegante y cromático terno para añadir un tercer tono que se antoja fundamental: el verde; el verde de la esperanza con que debemos afrontar el futuro

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